La materialidad y la composición arquitectónica de los nuevos elementos se han mantenido sencillas, evitando añadir complejidad a un edificio ya enriquecido por múltiples intervenciones a lo largo del tiempo. El diseño interior propone geometrías minimalistas y materiales nobles que dialogan con los revestimientos y los tonos de la preexistencia histórica.
Una de las estaciones más transitadas de Europa con 200 millones de visitantes anuales, y emblema de la modernidad, ha experimentado una transformación estratégica que refuerza su rol como punto neurálgico de la movilidad urbana y el comercio.
La intervención ha reconectado este emblema arquitectónico con la ciudad, adaptando sus espacios a las necesidades de los usuarios actuales.
Con un enfoque holístico, el proyecto ha reconfigurado los servicios ferroviarios, las áreas comerciales y los flujos de circulación, optimizando la experiencia de los usuarios y dejando como protagonista la recuperación y revalorización de las preexistencias arquitectónicas. Uno de los ejes fundamentales de la intervención ha sido recuperar las visuales hacia las Murallas Servianas, un elemento patrimonial clave, permitiendo una conexión visual renovada desde el gran vestíbulo.
La conexión visual y espacial entre los diferentes niveles ha sido un aspecto fundamental del proyecto. En la planta subterránea, la intervención mejoró significativamente la calidad espacial mediante la apertura de huecos estratégicos que permiten el paso de luz natural hacia la planta inferior, conectándola visualmente con la Galería Gommata y ampliando la percepción del espacio.